“Cada 60 segundos, el equivalente a un camión de plástico entra en el oceano”. Este hecho real fue lo que motivó a Benjamin von Wong a realizar una performance en la que arrojaron toda esta cantidad de plástico (que evidentemente luego recogieron) en diferentes paisajes marinos.
Von Wong es conocido por sus fotografías en las que combina realidad con efectos especiales. Sus imágenes están pensadas específicamente para volverse virales y dar mucho de que hablar. A veces necesitamos una imagen para ser conscientes de la cruda realidad que para muchos sigue siendo invisible. ????????♻
Nos alegra especialmente compartir este proyecto que es un grito de auxilio en nombre de nuestro planeta, al que destrozamos cada día con toneladas de plástico que van directo al mar. @vonwong ha conseguido unas fotos espectaculares y lo más importante probablemente ha removido más de una conciencia.
Apoyo medioambiental
Para hacer las cosas bien había que empezar por contactar con los que más saben sobre lucha medioambiental, recibieron de Greenpeace, acostumbrados a enfrentarse a todo tipo de gigantes del capitalismo, un gran apoyo y ayuda para gestionar el proyecto y poder ponerlo en marcha.
Katerina caída del cielo
La habilidad de Katerina para quedar suspendida de cualquier sitio fue el alma del proyecto. Ella representa el esfuerzo individual del reciclaje y lo insignificante que resulta si los gobiernos y grandes empresas no se ponen las pilas para frenar la producción de plástico de forma masiva. Ella fue la poesía de este proyecto.
Los más pequeños dando el ejemplo más grande
Greenpeace Grecia y organizaciones locales de base como Garbage Art Corfu ayudaron al equipo de Von Wong a recoger la mayor cantidad de plástico posible. Niños y niñas de muchas escuelas, ilusionados con la idea de poder motivar a los adultos para cambiar las cosas fueron de gran ayuda en la logística de recogida.
Voluntarios ataron a conciencia todo el plástico para evitar que se perdiera en mar abierto. Pero para ver si su idea era factible tenían que hacer una prueba. Soltaron todo el plástico en el puerto y se subieron a un gua para ver el efecto. Entonces se dieron cuenta de lo difícil que resulta controlar el plástico flotando en el agua.
El transporte
No era nada fácil llevar tales cantidades de plástico a sitios remotos y vírgenes. Por suerte mucha gente se implicó en este maravilloso proyecto y con lo que representa y muchos voluntarios se ofrecieron para transportar el plástico en sus camiones y barcos.
La puesta en escena
Con mucho cuidado y por caminos imposibles consiguieron hacer llegar el plástico a su destino. Lo soltaron (de forma controlada) para simular como en la realidad el plástico fluye a su antojo por nuestros océanos.
Hasta 12 millones de toneladas de plástico acaban cada año en nuestros mares y océanos y no se está haciendo nada por frenar este disparatado panorama.
Los voluntarios fueron clave en la puesta a punto controlando que los plásticos no se escaparan para poder hacer la foto tal como estaba prevista. El plástico flotando es incontrolable y cada vez que pasaba un barco o había algo de corriente todo se descolocaba.
Von Wong nos recuerda que aunque sus imágenes pueden transmitir calma, fue toda una batalla contra los plásticos mantenerlos quietos. Algo que nos hace tener una idea de que es lo que pasa cuando toneladas de plástico acaban en el mar.
Articulo original del blog de Benjamin von Wong:
https://blog.vonwong.com/truckloadofplastic/